Los estados intermedios tienen su alcohol en la palabra
transitada por su antípoda de tal forma que cuando el poema frena lo que
pretende es volver a sí mismo, revolucionarse y arrancar en medio de las
autopistas que a duras penas, dejan en los conductores suicidas, un recuerdo que
gotea llantos entrecortados, como heridas de una carretera que no conduce a
ninguna parte. Interregno, estado intermedio: parpadeo.